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Sepa por qué es zurdo (o diestro)

04/03/2020

Sepa por qué es zurdo (o diestro)

El cerebro no tiene nada que ver en la historia, como se pensaba hasta ahora. La culpable de que escribamos con una mano u otra mano es la médula espinal

  • ESTHER MUCIENTES
  • @emucientes

16/03/2017 03:06

Hace no mucho tiempo en España ser zurdo era un estigma. "En el cole me ataban la mano izquierda a la espalda para que escribiera con la derecha", cuenta María del Carmen, de 61 años, ahora ambidiestra, "aunque mi cabeza siempre tira a hacer todo con la izquierda". Por suerte, en la actualidad, ser zurdo o diestro no es ningún problema, a no ser que se sienten uno al lado del otro a la hora de comer. En ese caso, el choque está asegurado.

En la actualidad, un 15% de la población es zurda, un 1% ambidiestra y el resto diestra. ¿Qué hace que haya tanta diferencia? ¿Por qué hay más diestros que zurdos? ¿Qué lo determina? Hasta hace poco se creía que la decisión de utilizar la izquierda o la derecha era algo que venía determinado por nuestro cerebro. Exactamente, por las diferencias en la actividad biológica del hemisferio derecho y el izquierdo.

La creencia era, por tanto, que si el bebé maduraba antes el hemisferio derecho que el izquierdo sería diestro, y viceversa. Es decir, era nuestro cerebro el que decidía si te levantarías de una silla por el lado izquierdo o si cogerías el cuchillo con la mano derecha. Pues no es así. El cerebro no es culpable. ¿Entonces?

Según una investigación de la Universidad alemana 'Ruhr de Bochum', publicada en la revista 'eLife' y liderada por los científicos Sebastian Ocklenburg y Judith Smith, la culpable de que escribamos con una mano o con la otra es la médula espinal.

El estudio ha demostrado que los bebés ya muestran asimetrías considerables en los movimientos de los brazos incluso antes de que la corteza motora esté funcionalmente ligada a la médula espinal. En lenguaje llano: la actividad en la médula espinal es asimétrica, es decir, carece de simetría ya en el útero.

Los investigadores decidieron estudiar "la preferencia por utilizar una mano u otra en el útero a partir de la octava semana de embarazo", ya que desde la década de los 80 se sabe que es a partir de esta semana cuando el feto usa un lado u otro.

La investigación, realizada en 274 bebés, reveló que a las 13 semanas de gestación el 90% de ellos se chupaba el pulgar derecho, mientras que sólo el 10% lo hacía con el izquierdo. Una vez nacieron se hizo el seguimiento en 75 de ellos y descubrieron que, de los que en el útero se chupaban el pulgar derecho, 60 lo siguieron haciendo y 15 preferían el izquierdo; cinco usaron el derecho en la tripa de su mamá y 10 el izquierdo.

Un hecho que demuestra que es "poco probable" que sea el cerebro el que guíe la elección de un pulgar u otro y sí que provenga de los patrones de actividad de la columna vertebral. "Es probable que la columna vertebral represente la base molecular de la lateralidad", asegura el estudio.

Los investigadores llegaron a la conclusión, por tanto, de que la expresión de ciertos genes que se encuentran en la médula, y que son los que controlan los movimientos de las extremidades, es distinta en zurdos y diestros a partir de la octava semana de embarazo.

Dado que la comunicación entre el cerebro y la médula espinal no se produce hasta pasada la semana 15 de embarazo, la única forma de que un bebé se chupe el pulgar derecho y no el izquierdo, o a la inversa, reside en la médula espinal, que es quien determina si somos diestros o zurdos. Y como en esas semanas de gestación no existe la conexión entre el cerebro y la médula, sólo ésta puede ser la que determine si escribiremos con una u otra mano.

FACTORES AMBIENTALES

Sin embargo, esto no explica por qué preferimos, incluso siendo nada más que un feto, un lado u otro. Los investigadores han llegado a la conclusión de que esta preferencia se debe a factores ambientales que se producen durante el embarazo. No viene determinada por el ADN, como se creía, sino por la conocida como epigenética, la doctrina según la cual los rasgos que caracterizan a un ser vivo se configuran cuando se está desarrollando. En definitiva, los estímulos externos que influyen en el desarrollo de una persona.

Para intentar determinar esos factores, los investigadores analizaron la manera en que las enzimas se agrupaban en los bebés, su alimentación o las interacciones del ADN, descubriendo que todo ello, y probablemente muchas más cosas aún por determinar, influyen directamente en por qué utilizamos más la mano derecha que la izquierda.

"Mientras que nuestros hallazgos sugieren que una gran parte de estos factores que influyen en la preferencia por la derecha o la izquierda antes del nacimiento, siguen existiendo varios factores ambientales perinatal y postnatal importantes, como la modulación social, que dan forma a la lateralidad real", señala el estudio, el cual concluye que somos zurdos o diestros "tanto por los factores genéticos", es decir, por nuestra médula espinal, "como por los epigenéticos", que aún están por determinar.

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