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INTERESANTE

15/01/2024

No sé si recordarán una película titulada Mi pie izquierdo. Es un potente relato cinematográfico sobre aquellos que son capaces de conseguir lo inverosímil y cuenta la historia de un joven con parálisis cerebral rechazado por una sociedad hipócrita y santurrona, pero que aprende a escribir y pintar usando la única parte funcional de su cuerpo, su pie izquierdo. Se me ocurre que este símbolo de la tenacidad ante lo imposible puede servir como alegoría para reflejar la dificultad que supone la vida para los que, por naturaleza, se enfrentan a ella con su mano izquierda: los zurdos.

 

Y es que no importa si has descrito la teoría de la relatividad, pintado la Gioconda o eres el primer presidente afroamericano de la historia; el mundo, que parece haber sido diseñado por un diestro, te pondrá a prueba a cada rato si perteneces al exclusivo grupo humano (un 10 %) que utiliza la izquierda: tendrás más dificultades para encontrar objetos cotidianos adaptados a tu mano dominante —tijeras, abrelatas o relojes—, será difícil encontrar un instrumento musical y, como consecuencia de tu peculiar condición, tendrás más accidentes al usar herramientas o máquinas diseñadas para los diestros.

Más allá de las dificultades cotidianas, los zurdos han tenido que enfrentarse a muchos prejuicios y dificultades a lo largo de la historia. En algunas culturas se ha considerado que ser zurdo era una señal de mala suerte, maldad o enfermedad, y se ha intentado corregir o castigar esta tendencia. El lenguaje refleja esta visión negativa de la zurdera: en latín, la palabra sinister significa izquierda y también siniestro; en inglés, right significa derecha y también correcto; en español se dice «hacer las cosas a derechas» o «levantarse con el pie izquierdo» para indicar algo positivo o negativo. La Iglesia católica fue una de las instituciones que contribuyó decisivamente a la discriminación de los zurdos. Durante la Edad Media, los zurdos eran considerados sirvientes del diablo o brujos, y muchos fueron quemados en la hoguera por la Inquisición. La Iglesia también impuso el uso de la mano derecha para dar la bendición, hacer la señal de la cruz o recibir la comunión. Hasta el siglo pasado, los zurdos que estudiaban en escuelas católicas eran obligados a convertirse en diestros, y se les ataba o golpeaba la mano izquierda para impedirles usarla.

 

La preponderancia del diestro, asfixiando la singularidad del zurdo, es un caso para el Ministerio de Igualdad, pero no es una constante en el universo en donde las asimetrías parecen estar más compensadas. Las galaxias giran a la derecha y a la izquierda, las moléculas disponen sus átomos más hacia un lado o hacia el otro y existen casos notables como el de los aminoácidos, los ladrillos que forman las proteínas, que son de izquierdas, y los azúcares simples, que son de derechas. Y en el caso de los primates, los macacos se dividen más o menos a la mitad: 50 % zurdos y 50 % diestros. Los gorilas y chimpancés son preferentemente diestros, con un 35 % de zurdos. Parecería que ser diestro es un fenómeno más reciente en la evolución de nuestros primos cercanos y, si uno atiende a los ancestros más próximos del género Homo, observará que el neandertal, el ergaster y el heidelbergensis eran mayoritariamente diestros, como nuestra especie. Así lo atestiguan los brazos derechos más fuertes y musculados y la fabricación de algunas herramientas.

También abundan las creencias positivas sobre ser zurdo que, en muchos casos, obedecen a deseos románticos de reivindicación más que a datos sólidos, aunque los resultados recientes apoyan alguna de esas creencias. Algunos afirman que los zurdos poseen una mayor habilidad para realizar varias tareas a la vez, una mejor coordinación viso-espacial, una mayor adaptabilidad al cambio y una mayor resistencia al dolor. Se dice que son más creativos, ya que la mayoría utiliza su «cerebro derecho». Este es quizá uno de los mitos más persistentes sobre la lateralidad y el cerebro. Pero por muy atractivo que resulte (y quizá para decepción de aquellos zurdos que aún esperan despertarse un día con el talento de Leonardo da Vinci), la idea general de que cualquiera de nosotros utiliza un «lado dominante del cerebro» que define nuestra personalidad y toma de decisiones también es errónea. Sin embargo, es cierto que el hemisferio derecho controla el lado izquierdo del cuerpo y el izquierdo el derecho, y que los hemisferios tienen zonas de especialización. Por ejemplo, el lenguaje suele procesarse en el hemisferio izquierdo, y el reconocimiento de caras un poco más en el derecho. Esta idea de que cada hemisferio está especializado en algunas habilidades se conoce como lateralización cerebral. Sin embargo, las mitades no funcionan de forma aislada, ya que una gruesa banda de fibras nerviosas —el cuerpo calloso— conecta ambos lados.

 

El motivo de que exista un reducido grupo de personas que utilizan de forma dominante la mano izquierda no está claro. La neurociencia se ha ocupado con ahínco de este asunto, pero las respuestas han resultado elusivas. Un estudio del 2021 se centró en responder a esta pregunta examinando tanto las diferencias cerebrales entre zurdos y diestros como el vínculo genético entre la lateralidad y la estructura cerebral. Los investigadores analizaron datos de imágenes cerebrales de nada menos que 28.802 diestros y 3.062 zurdos, una muestra gigantesca. Descubrieron asimetrías entre ambos grupos y los zurdos mostraron una mayor representación en el hemisferio derecho de ocho áreas cerebrales. Este desplazamiento hacia la derecha sugiere que la zurdera está asociada a una lateralización de los recursos neuronales hacia ese lado. Desde el punto de vista funcional, estas áreas cerebrales estaban relacionadas con las funciones motoras, pero también con otras capacidades como la toma de decisiones, la visión y el lenguaje. Además, pudieron relacionar diferentes zonas del genoma asociadas con la zurdera con asimetrías en la estructura cerebral. Curiosamente, seis de los genes identificados son relevantes para la formación de unas estructuras filamentosas que ocupan el interior de las células, los llamados microtúbulos. Los microtúbulos desempeñan un papel en el desarrollo temprano del cerebro y se han asociado a la determinación del eje izquierda-derecha del sistema nervioso durante la época intrauterina. Esto sugiere que el origen de la zurdera es un fenómeno de desarrollo, pero la causa de que aparezca sigue siendo desconocida. Casi seguro que la neurociencia tendrá la respuesta en un futuro cercano, mientras tanto quedémonos con la idea del tenor Robert Breault, zurdo ilustre: «Hay pocas personas perfectas en el mundo, las demás son diestras».

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